lunes, 20 de julio de 2009

Erevan

Contra todo pronostico, llegamos a la hora prevista, las 7 de la manhana, a Erevan (o Yerevan), capital de Armenia. Es una hora mas tarde que en Georgia. En la estacion esta todo cerrado, no hay donde preguntar los horarios de los trenes de vuelta ni donde cambiar dinero. Estamos un rato alli delante, pensando que hacer. Por suerte, tengo 600 drams (poco mas de un euro) que me dieron las camareras armenias del tren al comprar la cerveza. El metro cuesta 50, asi que nos sobra. Un poli que me llega por el hombro y tiene una gorra plana del tamanho de una paellera nos dice donde tenemos que bajar para ir a los albergues que indica la guia, ya que nadie me ha contestado de Couch Surfing. Ya en el anden, intentamos descifrar los signos armenios y, recurriendo a la logica (contando las letras y comparando las que se repiten), localizamos nuestra parada. Ahora que ya conociamos un tercio del alfabeto georgiano, tenemos que tratar con otro absolutamente diferente. Otro senhor nos dice que tenemos que bajarnos en una estacion diferente, no sabemos a quien hacerle caso, pero al final cogemos la segunda opcion y creo que hacemos bien. Aun asi, tenemos que andar casi media hora por avenidas vacias. ?A que hora empieza la vida en esta ciudad? Alguien nos dice que ayer fue un festivo muy importante y por eso hoy, lunes, todo empieza mas tarde. Tras ciertas peripecias encontramos uno de los sitios que vienen en la guia. Nos abre una senhora mayor a la que le apesta el aliento, con cara severa nos hace quitarnos los zapatos nada mas entrar y hablar en voz baja para no despertar a los polacos que duermen en otra habitacion, pero aun asi es bastante simpatica. Dice que en cuanto se vayan los polacos nos pasara a esa habitacion, que es mas fresca. Nos duchamos y nos vamos a dar un paseo.

Erevan, aunque seguro que aun guarda cosas que descubrir, a primera vista no es muy interesante: grandes avenidas, pesados edificios de herencia sovietica, imponentes solo por sus moles de lineas sencillas, algun que otro bloque deteriorado, una mezcla de simpaticos coches de esta zona del mundo con modernos bolidos, muy mal gusto en el vestir (con perdon)... Entre el calor y el cansancio no nos apetece mucho pasear, asi que cogemos un bus para ir a Etsmiadzin (o algo parecido), donde tiene su sede la iglesia armenia. En el bus nos sentamos en el ultimo asiento y todos los pasajeros (incluida una de las mujeres mas guapas que he visto en mucho tiempo, lastima del exceso de maquillaje, pero ese es el estilo de por aqui) no paran de mirar para atras, somos la atraccion del bus. A nuestro lado, dos viejitas con un tercio de los dientes de oro y otro tercio ausente, conversan con Monika en ruso. Un crio inusitadamente rubio para estos lares, con una lata de red bull en la mano, le cede el asiento a una senhora y se queda plantado en medio del pasillo, observandonos fijamente sin cortarse un pelo. Luego nos sonrie y empieza a hablarnos en ruso, habla un poquito mejor que yo, asi que nos entendemos bastante bien. Tiene nueve anhos y un nombre armenio que no logro aprenderme. Me trata de tu, no se si porque no conoce otra forma o porque le parece bien asi. Le hago sitio a mi lado, se sienta orgulloso, nos ensenha ingenuos trucos de magia y nos regala un caramelo a cada uno, sin admitir una negativa. Luego, cuando, al bajar del bus, entre despedidas y sonrisas a todo el mundo, me deje el caramelo en el asiento, me seguira para darmelo.

En Etsmiadzin hay unos jardines con rosas, una iglesia, un punhado de sacerdotes vestidos de negro y carretadas de turistas, en su mayoria armenios, creo. Las tias entran en la iglesia vestidas como si fueran a la discoteca, los tios como si vinieran de la playa. Encienden velas y hacen fotos. No me corto en hacer fotos yo tambien.

El bus de vuelta va medio vacio, no se si la gente nos mira o no, porque estoy tan hecho polvo que voy dando cabezadas todo el viaje. Ya en Erevan comemos un kebab (si, aqui tambien los hay, y no son como los nuestros, sino como los turcos) acompanhado de ayran. Seguimos hechos polvo, asi que vamos a sentarnos a una cafeteria y nos damos un capricho: un cafe con helado y brandy (aqui se produce un brandy muy apreciado). Pasamos por informacion turistica para pillar mapas, una chica habla muy bien ingles, pero en cuanto se entera de que soy espanhol, me trae a otra, que quiere practicar su espanhol, no habla mal. Despues vamos a por nuestra racion de internet, que es de lo poco productivo que podemos hacer en el estado en que estamos.

Al volver a casa, la senhora me echa la bronca por apoyarme en la pared para quitarme los zapatos, porque se mancha. Me permite lavar la ropa en una palangana, siempre y cuando la retuerza y la escurra bien, no le vaya a gotear el suelo del tendedero. Duermo como una piedra.

1 comentario:

  1. Aquí los viajes en bus son de lo más aburridos del mundo...
    Las únicas miradas que puedes tener con alguien (por norma general) son desafiantes y sin mucho que descifrar...

    Bonito gesto el del niño de dejar el asiento a la señora mayor, no?
    También le echaría droga al caramelo? (como vuestro revisor al agua?) jajajajaja

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