jueves, 30 de julio de 2009

Tbilisi lluvioso y comilona en casa de Karina

Hoy nos habriamos ido a Kazbegi, pero, como Karina nos ha invitado no se si a comer o a cenar, hemos pospuesto el viaje.

Hacemos la colada, ya urgente. No tenemos pensado andar visitando iglesias ni nada, asi que, por fin, me pongo pantalon corto y camiseta sin mangas, a ver si consigo extender un poquito mas el moreno que tengo, que podriamos denominar como "especializado por zonas".

Vamos al bar de la zona vieja donde siempre nos tomamos el cafe con hielo. Por el camino el cielo azul se ha cubierto de nubes amenazadoras que acaban cumpliendo su promesa. Mientras estamos alli dentro empieza a diluviar como el otro dia en Erevan o quiza mas. En cinco minutos por las escaleras de enfrente bajan cataratas de agua. Hay que pedir otro cafe y esperar alli un par de horas. Monika lee unos libros en ruso que acaba de comprar en un puesto, mientras yo intento hacer algunas fotos de la lluvia.

Cuando por fin conseguimos salir de alli, tiramos hacia casa de Karina: metro hasta Didube y luego marshrutka numero 7 hasta el mercado. Alli nos viene a buscar Karina. Estamos un poco nerviosos, porque no sabemos hasta que punto la hemos obligado a mantener la invitacion, ni como sera su marido, igual no le apetece mucho que vayamos. Pero Karina dice que a su marido le gusta mucho tener invitados y ya ha puesto el aguardiente en la nevera. Efectivamente, el marido, Sasha, nos recibe amabilisimamente. Y entonces tiene lugar la division de roles: Karina se lleva a Monika a la cocina a preparar la comida (no le ha dado tiempo antes porque le han hecho ir a currar en su dia libre) y Sasha me lleva al salon a beber. El aperitivo consta de queso, jamon, pan, cerveza Kasris que hemos traido nosotros y chacha, aguardiente casero que han hecho ellos mismos. Hablamos en ruso, yo no se como lo logramos, pero nos entendemos. Y nos echamos unas risas. Sasha me explica que cuando midieron el contenido de alcohol de la chacha tenia 90 grados, pero luego la rebajaron un poco y le anhadieron nueces para mejorar el sabor, y ahora esta mas flojita, ya solo tiene entre 50 y 70. Despues de un par de cervezas y tres pelotazos de chacha, aparecen dos platos de berenjenas. Sustituimos a las mujeres un ratito en la cocina, nos han asignado una tarea facil, deshojar el estragon y triturar la cebolla, el ajo y las especias. Luego volvemos al salon, al queso y la chacha, mientras ellas terminan las dolma, hojas de parra rellenas de carne y arroz. Cuando por fin llegan, yo ya no puedo comer ni beber mas. Pero lo hago. Y, de postre, sandia. Y mas chacha. Porque la chacha es obligatoria con cada brindis, y a los de aqui les gusta mucho brindar, cada vez que lo hacen sueltan un discurso, se les da muy bien. Brindamos por nosotros, por ellos, por nuestros padres, por los que ya no estan, por Georgia, por el amor, que se yo que mas... Cuando parece que ya, de verdad, de verdad, no puedo comer mas, Sasha y Karina nos explican un sistema "que utilizaban Brezhnev y todos los miembros del Politburo": hay que ponerse de pie contra la pared, con la espalda apoyada, los brazos en alto y el cuerpo estirado todo lo posible, y aguantar diez minutos en esa postura, porque asi la comida baja enseguida y ya queda sitio para mas. Evidentemente, me parece que me estan tomando el pelo, pero Karina da ejemplo. Y asi estamos los dos un rato, pero cada vez que Sasha mira hacia otro lado Karina hace trampas y baja los brazos. A mi me da la risa. Como mucho aguantamos un minuto asi. Pero volvemos a comer.

La conversacion gira en torno a un monton de temas y, ademas de informativa e ilustrativa para nosotros, resulta muy divertida. Karina dice que hacia tiempo que no se reia tanto. Generalmente, cuando su marido vuelve a casa esta cansado y se pone un rato con el ordenador. O al reves. Pero de toda la conversacion lo que mejor recuerdo (supongo que en parte debido a que todavia estabamos empezando con la chacha) es la parte en la que Sasha me pregunto que tal en Armenia, yo le conteste la verdad (que mas o menos bien, pero no tan bien como en Georgia, con alguna excepcion), exagerandolo un poquititin, porque se que a los georgianos les gusta superar a los armenios. Entonces Sasha me dijo que ellos son armenios (y yo pense: menos mal que no he dicho nada malo). Intente entenderlo, le hice preguntas, pero el no parecia entender que yo no entendiera. Vamos a ver: ellos han nacido en Georgia y han vivido aqui toda la vida, han ido al cole, etc., y ni siquiera hablan armenio. Su lengua es el georgiano. Al igual que la de sus padres, que tambien nacieron en Georgia. ?Como pueden ser o sentirse armenios? Para mi, que no creo en nacionalidades y patrias, ser de un lugar significa identificarse (a veces incluso a nuestro pesar) con la cultura que has mamado. Sasha me explica que, al reves que con los judios, la nacionalidad (que no ciudadania) armenia se hereda por linea paterna.

Pasadas las once de la noche salimos de alli con la panza llena y la cabeza turbia. Nos despedimos de Karina entre abrazos y promesas de volvernos a ver. Sasha nos acompanha hasta Didube y nos deja en el metro. Tambien nos abraza.

Se supone que manhana nos levantamos a las seis y pico para coger la primera marshrutka hacia Kazbegi... Ya veremos...

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