A las cuatro y pico de la manhana me despierto y ya no puedo dormir. No tengo resaca, menos mal, aunque todavia no he terminado de digerir la cena. A las cinco y pico me levanto, me ducho con agua helada (no por eleccion propia), me arreglo. Y, mientras espero a Monika, me quedo dormido. Por fin nos llega un mensaje de Irakli, que nos espera en Didube con la esterilla que le habiamos pedido, asi que salimos pitando. Cogemos la marshrutka de las nueve, solo una hora mas tarde de lo previsto, no esta tan mal teniendo en cuenta la juerga de anoche. El viaje dura tres horas y pico.
En Kazbegi hace frio. Nada mas bajar de la marshrutka nos rodea un monton de gente ofreciendonos alojamiento, transporte, guia. Nos quieren convencer de que la subida es demasiado dura para hacerla solos (mentira, porque Monika ya ha estado alli dos veces y sabe como es, y nosotros no vamos a subir al pico mas alto) y de que no se puede dormir alla arriba porque hace muy mal tiempo, lluvia y frio (verdad parcial: hace mal tiempo, pero nada que impida plantar una tienda de campanha y dormir en ella, o al menos eso esperamos). Nos ponemos los forros polares y vamos a tomar un cafe en un bar donde conocemos a una pareja de un bielorruso y una georgiana (que nos invitan a Minsk) y a dos hermanos neozelandeses, uno de los cuales lleva catorce meses viajando por el mundo.
A Kazbegi van muchos turistas y alpinistas. Unos, porque es un sitio bonito y facilmente accesible, a tan solo tres horejas de Tbilisi (no como Svaneti); y otros, para subir al Kazbek, uno de los picos mas altos de Georgia (y del Caucaso, y de toda Europa), con 5047 metros de altura y de muy dificil ascension. Monika ya ha estado arriba, pero esta vez vamos "de tranqui", que ni llevamos equipo, ni yo soy alpinista. Tiramos cuesta arriba por una pendiente bastante empinada. Pero la subida no dura mas que una hora y pico, dos como maximo, con paradas. Pronto llegamos a nuestro objetivo: una llanura verde situada a 2080 metros de altitud y en cuyo extremo, al borde del precipicio, se alza un otero con el monasterio Tsminda Sameba, del siglo XIV. Cuando llegamos nosotros, las nubes trazan una linea recta que pasa por encima del monasterio y secciona las cumbres del macizo montanhoso del fondo. La vista es espectacular. Quiza sea hoy a causa del tiempo, pero la mayoria de los turistas llegan en jeeps que los dejan directamente en la subidita que lleva al monasterio. Vale, ven la construccion, que tiene cierto interes, pero se pierden lo mas bonito, que es la vista desde lejos.
Empieza a llover, las gotas son cada vez mas gordas, asi que buscamos un lugar adecuado y plantamos alli la tienda nueva de Monika, que queria estrenarla en el Caucaso. Ademas, que ya no nos queda pasta para pagarnos un alojamiento abajo, en el pueblo, aunque quisieramos. Comemos pan y queso que hemos traido desde Tbilisi, porque es mas barato, mientras la lluvia repiquetea fuertemente sobre nuestras cabezas. Confiamos en que la tienda sea de buena calidad. Nos echamos a dormir.
De repente me despierto, oigo un ruido detras de mi y veo una sombra que se acerca a la tienda y la roza, a contraluz me parece reconocer un hocico enorme. Monika se levanta de un salto y ahuyenta a una vaca que, no se si del susto, acaba de plantar una mina justo detras de nuestra tienda y que, al mirarla un poco mas de lejos, resulta ser un toro. Intentamos dormir otra vez. Al rato se oyen perros. Nos miramos. Nos dan mas miedo los perros que las vacas. Echamos un vistazo. Los pastores se estan llevando los rebanhos. Oscurece. A pesar de lo incomodo que se esta alli dentro y del frio que apenas consiguen vencer forros polares y sacos de dormir, intentamos dormir otra vez. Poco despues oigo unos pasos apagados cerca de nuestra tienda y, enseguida, justo al lado de mi cabeza, un bufido. Otra vez sale Monika y espanta a tres caballos jovenes que salen galopando y haciendo cabriolas. Un rato despues, lo mismo. Los mismos tres caballos. Esperamos que ya no vuelvan. Es de noche.
La noche es incomoda, no encuentro la postura para dormir y hace bastante frio. Suenho que soy soldado (!?yo?!), tengo un gran casco verde y un uniforme con muchas correas y me llevan en un helicoptero de guerra de color blanco. Con nosotros va un general que sonrie como Anibal Smith y, aunque no lo parece, estoy seguro de que es un cabron como todos los generales de las peliculas. Me explica que normalmente el es el ultimo en saltar, pero que hoy voy a ser yo, no se a que debo el honor, pero cuando llegue abajo tengo que pintarme la cara con colores de camuflaje y luego infiltrarme en las lineas del enemigo, que creo que es oriental. Yo formo parte del ejercito polaco, donde me han aceptado por llevar ya muchos anhos alli. Como unica arma tengo un cuchillo. Me da la sensacion de que es una mision suicida, asi que decido que, si me cogen, me pasare al enemigo y les hare de espia. Agarro mi cuchillo y ya voy a saltar cuando me despierto.
A mi lado oigo un ruido contra la tienda. Agarro mi cuchillo de verdad, que he dejado a mano, y doy un grito para ahuyentar a lo que sea que haya venido ahora. Hemos leido antes que en estas montanhas hay lobos, osos y serpientes. Pero no es mas que el viento. El resto de la noche pasa sin mas sobresaltos.
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"El resto de la noche pasa sin mas sobresaltos."
ResponderEliminar... Te parecen pocos?
Jajaja... Nada que ver con los campamentos de verano eh! Como mucho una ardilla, o los compas de al lado moviendo la tienda y haciendo ruidos raros...
Espero que tengas fotos y las subas pronto!
Abrazos!!