lunes, 13 de julio de 2009

Telavi y alrededores

Dormimos poco y mal, entre el calor y los mosquitos. Hemos puesto el despertador a las 5 para ver el amanecer desde una de las torres de piedra que jalonan la muralla que rodea la ciudad, desde donde se domina todo el valle. Pero el sol sale tan de frente que la luz es fatal para las fotos. Estamos alli arriba cuando empezamos a oir ladridos furiosos muy cerca de nosotros. Miramos y alla abajo se ha juntado un monton de perros que miran hacia arriba y ladran. Me viene a la mente la primera escena de "Vals con Bashir". Uno de los perros debe de estar ya dentro de la torre, ladra rabioso, en cualquier momento aparecera por las escaleras, se me erizan los pelos por todo el cuerpo, no tenemos ni un palo para defendernos. El perro no sube, al rato deja de ladrar. Bajamos despacito. Hay unos cuantos perros a lo lejos, pero no nos miran. Por si acaso, volvemos por la muralla. Damos un paseito a camara lenta, vamos a casa a ducharnos y coger el equipaje y tiramos hacia la plaza mayor. En teoria la marshrutka pasa a las 10:10. Pero llega a las 9, mientras nos estamos zampando unos yogures que nos acabamos de comprar.

Un rato mas tarde estamos en Telavi (que nosotros llamamos "Tel Aviv"), con un papelito en el que hay escrito un nombre y un apellido: Merab Milorava. Por un lado en alfabeto georgiano, por el otro en ruso. "Vive cerca del instituto". La senhora de Sighnaghi no recordaba la direccion ni el telefono, a pesar de que son parientes, pero ha perdido el papel donde tenia anotado el numero. "Pero no pasa nada, porque alli todos se conocen." Tal vez se conozcan todos excepto el tal Merab Milorava, porque nadie sabe donde vive. Nos indican donde queda el instituto. Vamos subiendo cuestas a pleno sol y cargados con los mochilones. Llegamos a lo que parece el centro y decidimos hacer un descanso en una cafeteria de amplios ventanales y sobrio interior de abolengo sovietico. Pedimos cafe y khachapuri (que estan mas buenos que en Tbilisi), la senhora saca un frasco de Nescafe del bolso y no nos quiere dar leche, porque "no se toma asi". No parece muy acostumbrada a sonreir, pero de vez en cuando lo consigue. Yo me quedo con las mochilas y Monika se va a continuar la busqueda, preguntando por todas partes. Vuelve al cabo de casi una hora, cogemos un taxi porque es todo cuesta arriba y llegamos a la casa del tal Milorava, que es un senhor mayor culto, majete y un poco pesado, la habitacion esta genial, nos la deja por veinticico por persona si nos quedamos dos noches. No es ninguna ganga, pero seguro que estaremos a gusto.

Bajamos en busca de la otra estacion de marshrutkas, un chico moreno nos indica y nos acompanha. La marshrutka va hasta los topes. El moreno tambien se ha subido. Nos paran delante de la catedral de Alaverdi y no nos dejan pagar. El moreno, que se llama Grigori, se baja con nosotros. Nosotros creemos que ha sido el quien ha pagado nuestros billetes, pero el insisite en que ha sido el conductor. Para entrar en el recinto nos hacen cubrirnos: Monika la cabeza, yo las piernas. No se puede hacer fotos. Dentro de la iglesia, construida creo que en el siglo XII, el ambiente es sobrio y espiritual, las paredes son de piedra clara, apenas quedan restos de los frescos que las adornaron, la luz dorada entra en la cantidad justa, el interior esta vacio, no hay bancos ni nada... Monika esta encantada. Grigori nos acompanha como un guia silencioso. La visita acaba rapido porque alli no se puede hacer mucho mas, si estuvieramos solos y hubiera bancos me habria gustado quedarme un rato. Decidimos dar una vuelta por los alrededores, que son preciosos: campos de un verde lleno de vida, un cielo profundamente azul, varias capas de montanhas al fondo y, sobre ellas, como prolongandolas, una densa cordillera blanca de nubes. Estas, curiosamente, no se despegan de las montanhas, el resto del cielo esta completamente despejado. Conversamos (mas Monika que yo) con nuestro acompanhante silencioso, caminando por la carretera. De repente pasa una marshrutka, sin pensarlo mucho la paramos, apenas hay tiempo para despedirse de Grigori, tiramos hacia Ikalto, el segundo punto de nuestro plan del dia. La marshrutka nos deja en un cruce y empezamos a subir la cuesta, dos quilometros a pleno sol prometen ser interesantes. En esto pasa un tractor con dos hombres, Monika, medio de broma, les hace senhas, se paran, nos sentamos en el remolque lleno de tierra y, agarrados a las barandas, subimos. Aunque tienen que desviarse un poco, nos llevan hasta el monasterio. Por si acaso, preguntamos, pero no quieren dinero. Nos dan la mano y se van. El monasterio es pequenhito, no tiene mucho de particular y por dentro esta en obras. Pero en el jardin hay un monton de flores increibles y yo me tiro como una hora haciendo fotos macro, hasta que nos echan. Empezamos a bajar, un coche blanco con dos senhores dentro se para a nuestro lado y nos lleva hasta el cruce, enseguida llega la marshrutka de vuelta a Telavi.

Mientras subimos hacia el centro, hago fotos de un portal iluminado por la luz que se refleja desde el patio, un chaval me ve con la camara y empieza a dar volteretas para mi. Volvemos al bar de por la manhana, hay un camarero muy simpatico, un senhor mayor calvo y con bigote que una vez estuvo en Polonia. Comemos khinkali, tomamos cerveza, yo me quedo con hambre (o gula, a veces me cuesta distinguirlas) y pido un khachapuri adjariano, que es un pan con forma de barquito y como treinta y cinco centimetros de longitud por quince de anchura (?o deberia hablar de manga y eslora?) cubierto de queso fundido y con un huevo frito encima... vas arrancandole los bordes y mojandolos en la yema... Salimos de alli otra vez medio borrachos, !vaya ritmo que llevamos en este pais! A este paso, despues de tres semanas por estos lares sere un alcoholico obeso...

Vamos a internet, los ordenadores no quieren funcionar, las chicas del ciber no entienden ruso ni ingles y tampoco parecen saber mucho de ordenadores, cuando por fin, tras hora y pico de tecleo, consigo terminar una entrada del blog, se va la luz. No estoy seguro de que no fuera una maniobra para indicarnos la hora de cerrar. Las miro con odio. Nos cobran por nada.

Vuelta a casa. Por fin puedo hacer la colada.

Al dia siguiente, diana a las 7:15. Hemos dormido de maravilla. Desayunamos en el bar "de siempre": Nescafe (sin leche, por supuesto) y khachapuri, calorias que luego nos vendran muy bien para aguantar el dia. Llegamos a la estacion justo a la hora de salida de la marshrutka. Va vacia. Nos deja en el cruce que va a Nekresi. Caminamos a pleno sol por una carretera a veces bordeada por cipreses, otras veces por vinhedos o campos de girasoles. Un minibus lleno de chavales nos recoge y nos deja arriba, donde un monton de familias estan empezando sus picnics entre los arboles. Desde alli tenemos que subir como un quilometro y medio por una montanha empinada. Sudamos a mares. Los chavales que van delante de nosotros, a pesar de ser mas jovenes, se paran cada dos por tres a tomar aliento. Nosotros, a tomar fotos. Ellos se quitan la camiseta y yo sigo el ejemplo. La subida nos proporciona unas vistas estupendas del valle, extenso y llano, llano. Por fin aparece el complejo de Nekresi, tres iglesitas de piedra pequenhas y muy antiguas. Cuando voy a ponerme la camiseta, resulta que no la tengo. Como no es de recibo entrar en las iglesias con el torso desnudo, tengo que bajar a buscarla. Menos mal que no esta demasiado lejos. Vuelvo chorreando sudor.

En una de las iglesias, un senhor de barba que parece trabajar alli nos cuenta la historia del lugar y la suya propia, nos explica las escenas de los frescos y nos dice que estuvo varios anhos trabajando en Ucrania y por eso habla ruso (segun Monika, fatal, sin declinar nada, pero yo le entiendo perfectamente), alli conocio a su amigo Manuel "Ferlandez" Alonso, de Valencia, un hombre muy bueno. Una vez que le dio no se que jamacuco en la cabeza, Manuel "Ferlandez" Alonso se ocupo de el como si fuera de su familia, todos los dias iba a verlo y le llevaba comida y medicinas, los ucranianos no entendian que Manuel lo cuidara tanto. No se que es lo que le paso exactamente, pero en efecto, aunque su discurso es coherente, nuestro interlocutor tiene todo el tiempo la mirada medio ida. Pero es majo. Insiste en usar las pocas palabras espanholas que conoce, lo cual dificulta la comprension de la totalidad. "Mio amigo", "trabajjjjjo", "madera", "aqui"... Entiendo que o el, o Manuel, o los dos trabajaban en Ucrania en algo relacionado con la madera, supongo que en algo relacionado con la restauracion, dudo que fueran lenhadores. Nuestro amigo nos da agua y me deja hacer fotos del interior "porque soy de Espanha".

Emprendemos la bajada, ahora sube bastante gente con cara de sufrimiento, una chica se ha descolgado de su grupo y esta sentada en una piedra, nos aseguramos de que esta bien y le dejamos nuestra botella de agua. Ya en la carretera no tenemos tanta suerte como otras veces y nos toca andar los tres o cuatro quilometros a pleno sol, aun asi conseguimos disfrutar bastante del camino. Nada mas llegar al cruce, aparece una marshrutka que nos deja en Gremi y no nos quiere cobrar. "Skolka?". "Nichevo".

En Gremi hay una pequenha ciudadela con una iglesia en la que no se puede hacer fotos. Se oye cantar a unos monjes. Las senhoras de la tienda de souvenirs nos dan agua, porque estamos secos. Ya que hay la oportunidad, quiero practicar mi deporte favorito, el "towering". Subimos a la torre, desde donde hay una buena vista de la zona. Al bajar, una chica nos oye hablar en polaco y nos dice: por ahi no hay salida. No parece polaca, pensabamos que era de aqui. Resulta que abajo hay un microbus lleno de polacos, nos dejan de vuelta en Telavi. Bueno, bastante cerca. Con nosotros se queda una chica, Magda, el resto vuelve a Tbilisi. Tras una buena caminata cuesta arriba, vamos a tomarnos unas merecidas cervezas al bar de siempre. El senhor se alegra al vernos. A las dos cervezas por cabeza (diria por barba para que no rime, pero igual se me enfadan las chicas) se unen una ensalada y diez khinkali "a modo de aperitivo". De regalo, el senhor nos trae un platito de peritas y manzanitas chiquititas, supongo que de cultivo propio. Luego vamos a un restaurante, porque queremos comer ostre. Y ensalada. No puedo mas, otra vez estoy lleno y piripi. Pasamos un rato por el ciber, Monika se retira pronto, Magda se va y yo vuelvo a casa, cuesta arriba a oscuras entre ladridos de perros.

No hay comentarios:

Publicar un comentario