sábado, 18 de julio de 2009

Svaneti - Tbilisi

Diana a las 5:15. Hemos dormido poco y fatal. La marshrutka va a venir a las 6. A las 5:45 se levanta Nino y llama al conductor, que dice que al final viene a las 7. Pues menos mal que Nino ha llamado, porque si no estariamos alli abajo esperando sin saber que pasa. Nino nos hace un te, pero no queremos desayunar despues de la escena de la noche pasada. Sin embargo, ella es muy amable con nosotros y nos da conversacion. Ay, lo que me habria gustado tomarme un vaso de matsoni, una especie de cuajada liquida que Nino hace de maravilla...

A las 7 en punto viene el microbus. Esta vacio. Cogemos los mejores asientos. Vamos hasta la plaza del pueblo, esperamos alli como veinte minutos papando frio y volvemos exactamente al mismo lugar donde nos han recogido. Alli sube una pareja, un polaco y una ucraniana. Volvemos a la plaza, donde permanecemos parados una hora y pico. A pesar de haberme puesto esta vez las perneras del pantalon, a diferencia del viaje de ida, tirito de frio. Cerca de las nueve, por fin arrancamos, tres horas despues de lo previsto, despues de una espera absurda. ?Por que quedo el tipo con nosotros a las seis? Arrancamos, pero despacito. Vamos parando cada dos por tres, suben unos, bajan otros, paramos a saludar, paramos a hablar con alguien, parece como si el conductor estuviera preguntando el camino, pero eso es imposible, suben unos obreros con una bolsa de la que sobresale una sierra, parecen haber desayunado con "chacha", el aguardiente local, bajan un poco mas adelante, nos metemos en otra aldehuela, del microbus bajan varias personas, suben varias mujeres de diversas edades, todas vestidas de negro, mas adelante volvemos a parar y suben unas personas que habian bajado poco antes en otro lugar, no lo entiendo muy bien, pero da igual.

No os voy a aburrir con el relato de otro viaje eterno en marshrutka. A las siete de la tarde, doce horas despues de salir de casa, llegamos a Tbilisi. Metro al centro, breve encuentro con Irakli para coger las llaves, y vamos a cenar khinkali "tbilisuri", es decir, con cilantro, como nos gustan. Y cerveza. En el restaurante nos encontramos a uno de los vejetes que conocimos en la calle el ultimo dia que estuvimos en Tbilisi: ya esta un poco borracho cuando entramos (y lo estara mas cuando salgamos), se levanta, se pone en posicion de firmes y nos saluda, a Monika en polaco y a mi en espanhol. Luego vamos a comprar pilas para la linterna y cervezas, que nos bebemos en el ciber, mientras consumimos nuestra racion de internet. Pasan ya de las once y va siendo hora de irse a dormir. Al entrar en el portal, iluminandonos con la linterna, de esas que se ponen en la cabeza como los mineros, esta vez no nos topamos con nadie. Hoy tendremos que dormir con la puerta abierta, porque manhana Irakli no puede venir a abrirnos. Nos tranquiliza ver que los vecinos tambien tienen la puerta entornada, supongo que por el calor. De todos modos, trazamos por si acaso un plan de defensa: Monika se encargara de la luz y el sonido, es decir, de deslumbrar al teorico intruso con la linterna y dar berridos por la ventana abierta, mientras yo lo neutralizo con patadas de capoeira y, si hace falta, echando mano del cuchillo que dejo abierto al lado de la cama y al que, por cierto, le falta la pieza que lo bloquea.

1 comentario:

  1. Jajaja, estáis locos.
    Se ve que os lo estáis pasando genial!

    Un beso!!

    ResponderEliminar